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Un viaje por el metaverso: cuáles son las oportunidades y desafíos para las empresas

Hiro está en un universo generado informáticamente, que el ordenador dibuja sobre el visor y le lanza a través de los auriculares… ese lugar imaginario se denomina Metaverso… Cuando va (allí)… y ve edificios y carteles luminosos que se extienden hacia la oscuridad… lo que en realidad contempla es la representación gráfica, las interfaces de usuario, de una miríada de programas”. Este fragmento de la novela «Snow Crash» de Neal Stephenson, es una pequeña muestra de lo que podría marcar a la próxima generación de Internet.

En efecto, como ocurre en el entorno de Hiro Protagonist, uno de los principales personajes de la historia, la posibilidad de que los usuarios puedan socializar en un mundo virtual compartido e inmersivo, es parte del panorama tecnológico desde hace algún tiempo.

Sin embargo, el metauniverso está en un nivel de interacción superior que apenas ha comenzado a emerger. Uno que muy probablemente será más complejo y diverso que lo narrado en una obra de ciencia ficción, planteando una serie de desafíos para las empresas al momento de competir y relacionarse con sus clientes.

Una convivencia hiperrealista en construcción

Antes de obnubilarse con las eventuales ventajas que traería este espacio a escala masiva y en 3D, es importante considerar que para presenciar una visión completa del Metaverso estamos a años de distancia. Ello, porque se trata de una tecnología que tiene múltiples aristas de discusión abiertas. Por ejemplo, requiere de avances técnicos altamente avanzados que soporten a millones de usuarios sincronizados en tiempo real, y también es fundamental resolver asuntos regulatorios, incluidos aquellos que se relacionen con políticas comerciales.

Aun así, no deja de ser una experiencia atractiva y sorprendente que, de hecho, ya está captando el interés de distintas empresas. Una de las más mediáticas es Facebook, que en octubre pasado anunció el cambio de su nombre como compañía a Meta, afirmando que se trataba del próximo capítulo de conexión social para interactuar, aprender, colaborar y jugar.

Otro caso es el de Adidas Originals, que reveló su firme intención de convertirse en un jugador activo para “entrar a un mundo de posibilidades ilimitadas”. Pero también está Microsoft con su solución Mesh para que personas desde diferentes ubicaciones físicas puedan unirse a experiencias holográficas colaborativas. Y no olvidemos los espacios que se han abierto para desarrollar eventos musicales como el concierto de Ariana Grande, realizado dentro del exitoso videojuego Fortnite.

En fin, las oportunidades para aterrizar en este espacio emergente no son menores. Pero antes de hacerlo hay que evaluar los pros y contras, con detención, tal que el plan no termine en un acto fallido; sobre todo entendiendo que falta mucho camino para llegar a un desarrollo tecnológico consolidado.

Una apuesta alta con desafíos importantes

Las personas son piezas de software llamadas avatares. Son los cuerpos audiovisuales que usa la gente para comunicarse en el Metaverso”. Esta frase en la novela de Stephenson describe a uno de los elementos más característicos de este entorno, el avatar, lo que lleva a reflexionar sobre qué tan dispuestos estarán los usuarios a existir en un mundo gamificado, cuya población corresponda a esas representaciones gráficas.

Claro, los avatares no son actores nuevos, especialmente para los aficionados a los videojuegos. Pero acá hablamos de un universo mucho más complejo, con posibilidades bastante más amplias que jugar. En consecuencia, es válido y necesario debatir sobre los eventuales cambios que podría gatillar esta tecnología en el comportamiento de los consumidores, así como entender que no será apta para todos los tipos de público.

Por otra parte, los proyectos que presenten las distintas empresas pueden ser enormemente ambiciosos e innovadores, pero hay que ser capaces de aterrizar las ideas. Por ejemplo, ¿es suficiente un mercado con conexiones 4G o se requieren integraciones tecnológicas más avanzadas? Ciertamente, se puede pensar en grande y a la vez tener éxito, pero también es importante poner el pie en el acelerador para no caer en expectativas poco realistas o decisiones irrealizables que podrían poner en peligro gran parte de lo invertido.

Derribando mitos

Cuando el conocimiento es escaso, las dudas aumentan al igual que la presencia de mitos que comienzan a instalarse como verdades indiscutidas. Por eso es necesario aclarar ciertas aseveraciones que conducen a confusión o a generar conceptos errados. Sin embargo, al tratarse de un desarrollo tecnológico aún en verde, el Metaverso arroja más preguntas que certezas.

Primero, y aunque lo dejamos en evidencia unos párrafos más arriba, vale especificar que esto no se trata exclusivamente de un mundo inmerso en Fornite o en otro entorno de videojuegos. En efecto es un punto de partida, pero el alcance es muchísimo más amplio, por eso es probable que con el tiempo comience a impactar con mayor notoriedad en áreas como los bienes y servicios, educación, salud, entre otros. Es decir, no corresponde a una experiencia centralizada.

Y tampoco es correcto convertirla en sinónimo de realidad virtual, puesto que esta última solamente se refiere a una forma de experimentar el metauniverso. Lo que sí no es exagerado afirmar, es que la Inteligencia Artificial tiene un papel protagónico en esta historia, sobre todo, en materia de interfaz físico-digital. Lo que permite traducir acciones humanas, lenguajes, movimientos, gestos, entre otros aspectos, para identificar lo físico y representarlo correctamente en el mundo inmersivo.

Resumiendo, nos enfrentamos al desarrollo de una tecnología muy atractiva que invita a innovar, pero también a ser sumamente cautos. Las empresas deben dialogar, analizar los costos y beneficios, aprender de experiencias anteriores y siempre considerar la demanda e interés de los usuarios. Ahí surgirá una importante guía para tomar decisiones vanguardistas, pero con riesgos controlados.

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