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Anatomía de una landing page: claves para estructurar un formato exitoso

Los sitios web no siempre están diseñados para convertir. Hay estímulos visuales en exceso, a veces las interfaces no son intuitivas y en ocasiones tampoco existe una redirección adecuada del tráfico. Pero aun estando preparados para ese fin, una landing page puede ser un canal mucho más efectivo y cómodo para los consumidores.

Y lo ponemos en condicional, porque si bien es una pieza de gran valor dentro del arsenal estratégico del Marketing Digital, no necesariamente será una máquina de conversiones. Para que cumpla su cometido cada una de sus partes deben estar orientadas a ese fin y, a la vez, cada página de aterrizaje tiene que perseguir un objetivo específico.

¿Cuándo y por qué usarla?

Como regla general, toda landing page permite completar un proceso posterior al clic que proviene de alguna campaña online. Por ejemplo, Email Marketing, social ad, publicidad display, retargeting, etcétera. En síntesis, debe estar diseñada para captar la atención del público y lograr una conversión que se materializa en la obtención de leads, contactos, ventas o suscripciones.

Y ahí es donde se evidencian las ventajas de crearla. Al tratarse de un elemento altamente focalizado, refina y mejora la interacción de los usuarios y, en consecuencia, eleva las posibilidades de alcanzar el objetivo establecido. Por otra parte, un buen diseño ayuda a aumentan el valor de la marca y a sumar contexto a la oferta para hacerla más atractiva.

En concreto, la página de aterrizaje es un excelente canal para generar tráfico, mejorar el SEO, impulsar las conversiones y construir una marca poderosa. Por lo mismo, su contenido es uno de los formatos ideales dentro del Marketing Digital. Pero para lograr resultados exitosos es primordial cumplir ciertas condiciones que contribuyan con la buena experiencia de los usuarios y marquen precedentes positivos para beneficiar futuras campañas.

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